domingo, 25 de noviembre de 2018

Gestión Cultural en Venezuela



La gestión cultural es aquella labor profesional de quienes ponen en contacto a la cultura con la sociedad y no lo hacen como críticos o como educadores, sino a través de una programación cultural y unos proyectos culturales. Esto puede suceder de muchas maneras: fomentando la participación en actividades culturales, gestionando proyectos que nacen desde la iniciativa ciudadana, ayudando a desarrollar las posibilidades culturales de un grupo determinado, etc.  


Conjunto de estrategias utilizadas para facilitar un adecuado acceso al patrimonio cultural por parte de la sociedad. Estas estrategias contienen en su definición una adecuada planificación de los recursos económicos y humanos, así como la consecución de unos claros objetivos a largo y corto plazo que permitan llevar a cabo dicha planificación. La gestión cultural ha de redundar necesariamente en el progreso general de la sociedad, teniendo como principios prioritarios el de servir como instrumento fundamental para la redistribución social y para el equilibrio territorial. El gestor cultural, como técnico de cultura, se encuentra por tanto en el difícil plano que existe entre la política cultural y la población receptora de esa política. Tres pilares en la Gestión Cultural:
  • Apoyo de lo público (lo colectivo).
  • Modelo de desarrollo determinado.
  • Trabajo por la autenticidad.
La gestión cultural hasta hace poco se denominaba ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL, término que actualmente podemos definir como: Conjunto de acciones realizadas por individuos, grupos o instituciones, en el marco de un territorio concreto, sobre una comunidad o sector de la misma, con la finalidad principal de favorecer la participación activa de sus integrantes en el proceso de su propio desarrollo social y cultural.


Modelos Agenda Cultural

Podríamos definir los del siguiente modo:
  • Mecenazgo y protección del patrimonio: En España este modelo estatal de política cultural se mantiene desde mediados del siglo. XIX a mediados del siglo. XX se centra en el concepto de Alta Cultura, caracterizándose por el apoyo a la creación artística y por la tutela de las grandes obras patrimoniales.
  • Democratización de la cultura: A partir de 1950, con el Estado de Bienestar, la cultura comienza a entenderse como servicio público. Esto se traduce institucionalmente en la difusión de la Alta Cultura. Las grandes líneas de actuación serán entonces; la preservación del patrimonio, la creación de nuevo patrimonio, el acceso a la cultura. Fundamental es en este momento la des-centralización de las políticas patrimoniales, que posibilitan el acceso de la ciudadanía a los bienes y servicios culturales. Como consecuencia de esto se crean equipamientos culturales descentralizados y polivalentes, fomentándose el acceso y la participación ciudadana en los mismos.
  • Democracia Cultural: En la década de los sesenta las políticas públicas añaden al concepto tradicional de cultura el reconocimiento de que lo plural y colectivo en la sociedad también forman parte de ella (cultura de masas, basadas en la industria cultural, cultura popular tradicional, cultura de lo cotidiano). Se comienza entonces a hablar de culturas y se desarrollan las estrategias de fomento para hacer posible una mayor implicación de las iniciativas privadas en los proyectos públicos, abriéndose nuevas vías expresivas y de participación ciudadana de una forma organizada.
  • Mercantilismo: En la década de los noventa se establecen criterios de rentabilidad económica en las políticas culturales tanto privadas como públicas, convirtiendo la cultura en una excusa y recurso para ser explotado.

Elementos , Estrategias e Importancia

ELEMENTOS
Los sistemas de intervención cultural se basan en dos premisas: la creación de un sistema descriptivo, funcional y articulado desde una perspectiva integrada; y el desarrollo de una estrategia adecuada, a partir de un análisis preciso de los escenarios y posibles opciones adecuadas a la finalidad que se quiera alcanzar con la acción cultural. Por ello, los elementos fundamentales que integran la gestión cultural son; las funciones y finalidades que determinan el proyecto cultural, los agentes e interacciones que entre ellos se establecen, las estrategias y los resultados que de su aplicación se deriven. La gestión cultural genera, fundamentalmente, tres tipos de funciones;
  • Funciones normativas; hacen referencia a la regulación de las relaciones entre el proyecto cultural y el entorno en que se desarrolla.
  • Funciones de servicio; regula las relaciones entre el proyecto cultural y sus usuarios.
  • Funciones de fomento: consiste en establecer sistemas y condiciones adecuadas para la interacción entre los diversos agentes implicados en el proyecto cultural.
ESTRATEGIAS
La gestión de la cultura debe generar estrategias que respondan a la posibilidad de definir herramientas o instrumentos de validez universal, de modo que actualmente se establecen tres tipos de líneas estratégicas en gestión:
  • Formación de creadores, públicos y mediadores.
  • Difusión cultural, que actúa en dos direcciones: acciones descentralizadas para acercar la cultura a la ciudadanía y fidelización de los públicos.
  • Apoyo a la creación artística.
Las tres deben ser complementarias en cualquier política cultural (pública o privada) y no deben sobre-dimensionarse porque son dependientes entre sí.

 IMPORTANCIA
El gestor cultural está en un lugar determinado, en una institución, en una comunidad. Su labor contribuye a hacer siempre presente una determinada parte de la cultura en ese lugar específico. Cultura siempre significa “valores”, “actitudes”, “visión del mundo”. Por lo tanto, contribuye a hacer presente esos valores, esa visión del mundo, que van marcando la mentalidad en ese lugar en ese momento histórico. Por otro lado, puede contribuir a crear una “sociedad cultural”, una sociedad que aprecie la cultura, que aprecie el patrimonio, que se dé cuenta de que vivir la cultura es un aparte importante de la calidad de vida. 

Evolución histórica del término

En las décadas de los setenta y ochenta, se crean las primeras concejalías de cultura o administraciones autónomas con presupuesto propio. Es entonces, cuando se comienza a institucionalizar la política cultural, gestionada por técnicos (artistas o educadores) sin profesionalización ni experiencia en la gestión. A finales de los ochenta, principios de los noventa, las políticas neo liberales globalizadoras provocan las desregulación fiscal, el adelgazamiento del Estado de Bienestar y de las políticas públicas. La animación sociocultural también entra en crisis al obtener pocos resultados de la pretendida democratización de la cultura y de la participación ciudadana. Comienza entonces a destacar el sector privado en la gestión cultural financiando y creando servicios culturales a través del patrocinio y el mecenazgo. Lo esencial de esta época es que la cultura adquiere objetivos económicos, dando impulso o renovando las ciudades a través de la cultura y activando el turismo cultural. Actualmente, la gestión cultural debe definirse por el buen uso de políticas culturales plurales, participativas, integradoras, etc. Por lo que el gestor cultural debe defender y respetar la independencia y autonomía del hecho cultural, así como los límites de su actuación profesional, evitando la degradación de la cultura por intereses especulativos (mercantilistas, mediáticos o electoralistas). Ésta es la visión idealista de cómo deberían actuar los agentes culturales, pero lo cierto es que los modos de gestionar la cultura, responden a modelos de actuación correspondientes a épocas diferentes, que actúan dependiendo de qué se entienda por cultura, pero que no han desaparecido sino que coexisten.






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